Vivir en la sociedad de lo “políticamente correcto” pese a lo que pueda parecer, no protege a nadie. Mas bien, esta tendencia implantada en la médula de la sociedad, tiende a infantilizar a la población haciéndola dependiente del estado para todo tipo de decisiones vitales, que son las que nos hacen evolucionar como personas y como sociedad en su conjunto. Y al reprimir la naturaleza humana, se consigue un efecto perverso, implantar la semilla de la frustración, que a su vez, genera ira y rabia, vasallos de odio y por tanto, de la violencia.

Una de las partes importantes del trabajo que desarrollamos en consulta, consiste en ser consciente de las diferencias individuales y por supuestísimo, de las diferencias biológicas y por tanto funcionales, entre hombre y mujeres. Porque si, de nuevo lo digo: hombres y mujeres somos diferentes y mucho, precisamente para poder ser complementarios y desde esa unión, crecer a través de la experiencia, haciendo la especie mucho más poderosa para conseguir sus objetivos. Y no me refiero solo a  las relaciones de pareja, sino a relaciones de todo tipo, familiares, sociales y profesionales.

Pero hoy no voy a hablar de sexos y sus diferencias, sino de personas y de algo que si bien, ya venía viendo a través de experiencias propias y en consulta, a raíz del doctorado que realizo, ha hecho que me descubra en un terreno pantanoso lleno de agresividad, odio y por tanto, radicalismo de ese sexo llamado débil y al cual, no nos olvidemos, pertenezco.

Y todo viene por el tema de la maternidad y la paternidad. Porque la pregunta no sería si hay buenas o malas madres y/o buenos o malos padres, sino si

hay hombres y mujeres con competencias personales para gestionar y dirigir su propia vida, que les capaciten a su vez, para poder acompañar a sus hijos de una manera sana, lo que les garantizará la base de confianza y seguridad sobre la que desarrollarse.

Esa es la pregunta.

Porque para un gran colectivo de mujeres y algún hombre suelto, la crianza de los hijos, es cosa exclusiva de las mujeres. Parece ser, que por el mero hecho de ser mujer, cuando tenemos un hijo, se nos genera un halo “ñoñeril” que nos convierte en portadoras de la Santa Paciencia, la Santa Sabiduría y la Santa Fiabilidad de cara a la educación de nuestros hijos.

 

Pues nada de eso. Dado que hombres y mujeres somos HUMANOS y la naturaleza humana es maleable por la experiencia vital, ser mujer no garantiza ejercer el cuidado de los hijos mejor que a un hombre.

De hecho, nuestra propia volatilidad emocional alrededor de nuestro ciclo mensual, nos convierte en personas menos predecibles que los hombres. Y la mujer que no lo reconozca tiene dos problemas, el ya mencionado y la incapacidad de lidiar con el mismo por su no reconocimiento. ¡¡Dios mío que he dicho!! Pero así es. Es una realidad biológica, esa parte del ser humano que ciertos sectores se empeñan en negar para poder justificar las bases de su ideología.

Por tanto, no son mejores unos que otros para la crianza. CADA UNO tiene un papel en la misma y no se puede privar al menor de una de ellas ya que, se pierde el equilibrio. Lo masculino aporta una serie de competencias y lo femenino otras. Y añado, ese masculino puede venir de una persona con cromosomas XX y ese femenino de personas con cromosomas XY a lo que podemos sumar todas las variantes cromosómicas.

Si convertimos la crianza de los hijos en una lucha tras la separación, en la que hay mujeres que abanderan el derecho a una crianza o custodia exclusiva que ejercen de manera negligente, hombres desposeídos de su derecho a disfrutar y ejercer la paternidad que apenas pueden ver a sus hijos, sin olvidar a las muchas mujeres que si quieren compartirla y a los hombres que no se quieren hacer cargo que por supuesto existen, destruimos el futuro de todos.

Si tras la separación estás rota o roto, busca ayuda para superarlo y pasar página. Si no tienes hijos, por ti mismo y si los tienes, por ambos. Porque como la mayoría de las personas no lo hacen, estamos generando una sociedad enferma, que engendra odio y desde el que se educa a quienes han de poblar la tierra mañana.