Parece mentira que necesitemos celebraciones internacionales para recordarnos tantas cosas, pero así es
En semejante ruido vivimos.
 
Necesitamos que nos recuerden que la vida es algo mas que correr a todos lados, hacerse selfies para actualizar las redes sociales o tratar de ser perfectos con un mejor cuerpo, mejor trabajo o mayores conocimientos.
 
Mas están bien porque nos ayudan a retornar a nuestra esencia, aunque sea por un momento y recordar o descubrir lo realmente importante, lo que no se puede posponer.
 
La vida.
 
Cuando fui voluntaria en Aspanion, tuve la oportunidad de conocer a algunos de estos héroes que, de pequeños no tienen nada, y a sus familias, unidas, sólidas ante esta enfermedad que tanto asusta. He de reconocer que fue muy duro y que yo misma no lo pude sostener en aquella época en la que era más jovencita y tenía la pérdida reciente de mi padre por la misma enfermedad.
 
Pero lo poco que pude compartir con todos ellos, me dejo una impronta que se sumó a todo lo vivido para marcar un sendero de vida repleto de la absoluta certeza de qué es completamente legítimo sentir, sentir todo lo que aparezca, sin restricciones. Somos humanos.
Hay que permitir el dolor porque solo así se supera.
Sabiendo que, permitir el dolor no es incompatible
a vestir una sonrisa durante el proceso.
Hoy y cada día, abrazo a todos los niñ@s que tienen que sustituir los parques por las camas de hospital y a sus familias que no se separan de ellos. Pido disculpas por no haber sido más fuerte y poder acompañarles durante mas tiempo. Os estoy infinitamente agradecida por  todo lo que me enseñaron para la vida.
¡Gracias maravillosos Valientes!