Aunque para muchos el año comienza en septiembre, con el inicio de los cursos escolares y la reincorporación al trabajo, lo que nos acontece ahora es un cambio de dígito, cuyo simbolismo nos lleva a la ilusión de situar el marcador de nuestra vida a “cero”, ofreciéndonos con ello, la posibilidad de crear cambios en nosotros y en nuestro alrededor.

Todos nos generamos expectativas y está bien. Porque no son nada malo como parece haberse confundido últimamente. Las expectativas en este caso son aquellos propósitos que esperamos realizar a lo largo del nuevo año y, además, si es posible, incorporar como filosofía de vida “para siempre”. Por eso han de ser cosas reales, medibles y alcanzables en el tiempo. No ilusiones fantasiosas que nos alejen del objetivo principal: disfrutar y VIVIR la VIDA.

Cómo no, a lo Benedetti os propongo un trato.

¿Qué tal si este año en lugar de proponerte ser mejor,

te fijas el propósito de ser tú mism@?

En el 2019 Permítete Ser.

Porque para que llegue lo demás, eso de ser mejores, es imprescindible este paso que nos saltamos en la mayoría de los casos.

Es natural que lo pasemos por alto ya que no dejan de incitarnos a ello de mil maneras, tanto desde las “filosofías del perdón” y el “buenismo”, como de los gurús que te llaman a “despertar a tu Dios interior” siendo tras ello la vida, un camino de rosas.

Me duele ver como vienen personas destrozadas por la tendencia generalizada a creer que el ser humano es perfecto, bondadoso y poderoso. Porque esto no es así en primera instancia y esa contradicción interna, ese negar nuestra naturaleza, genera una falta de coherencia, desde la que no se puede crecer, ya que no crea unos cimientos robustos y firmes desde los que desarrollarse y elevarse.

Ha de quedar claro que el ser humano es un animal. Y como animal que es, tiene unas tendencias mas bien malévolas y agresivas que piadosas, sobre todo en determinadas situaciones.

Entonces, ¿para qué esto de Permitirse Ser?

Para poder desarrollarse, primero hay que conocerse, sino ¿qué vas a desarrollar? Es como meterse en un quirófano con el mejor cirujano del mundo sin saber que es lo que tiene que operar. A lo mejor decide quitarte una pierna y lo hace de maravilla. con una sutura perfecta, pero no era eso lo que tenía que “cortar”.

En el Permitirse Ser el paso y ejercicio principal es la observación.

Este paso es el que, de verdad de la buena, nos lleva a conocernos. Pero no analizar. Solo observar cuál Sherlock Holmes. E insisto tanto en ello porque “la moda del hiper análisis”nos está robando la vida.

Se hiper analiza absolutamente todo. En una continua verborrea interna, se analiza cada detalle de las relaciones de pareja, de amistad, de trabajo para ver si la situación, los demás o uno está a la altura. No puedo imaginar aburrimiento mayor y tiempo peor invertido.

Vivamos un poquito la vida ¿no? Aunque nos equivoquemos, pero vivamos la vida. Porque, por mas que analices las cosas, si llega la emoción, llega. Entonces

si “quiero” aprender a gestionar mis emociones y sentimientos,

previo e imprescindible es conocerme.

Saber por qué y para qué se activan ciertas emociones, reacciones y comportamientos.

Unos dicen que primero aparece la emoción y después el pensamiento; otros que el pensamiento genera la emoción. Mientras se ponen de acuerdo, en este primer paso, esto nos ha de dar lo mismo. Lo que sabemos seguro es que, de repente, cambia mi estado y no me “encuentro”, no me “reconozco” y no me “gusto”.

Es en esos momentos, es donde vamos a comenzar a observarnos.

Tranquilamente y con toda la curiosidad del mundo cuando pase algo que nos descoloca, nos vamos a sentar en una silla imaginaria (o real 😉 ) y cual espectador en el patio de butacas, vamos a enfocar la atención en lo que acontece en nuestro escenario particular. En este tono:

¡Anda! y esto que ha aparecido aquí ahora, ¿qué es?

Vaya…, ah…, ¡fíjate, no me había dado cuenta!

¿Por qué funciona este ejercicio? Porque al sentarme en esa silla observo el teatro de mi vida desde fuera. Comienzo a conocerme porque me separo de todas esas voces. Y es entonces cuando descubro, que no estoy sol@.

Hay una confusión generalizada:

no somos de una manera de ser, ni tenemos una sola personalidad.

Tenemos un conjunto de personalidades, que van a su “bola”. Pero, no porque no tengan nada mejor que hacer que fastidiarnos la vida constantemente, sino porque seguramente la mayoría no son conscientes del espacio-tiempo en el que cómo humanos vivimos. Y aun con todas las buenas intenciones que tienen, nos terminan metiendo en líos.

Alguna parte de mí, alguna de mis edades, no sabe que crecimos y que lo que funcionaba tiempo atrás, ahora ya no funciona; que hay que cambiar la estrategia; actualizar el software y a veces, reiniciar el sistema.

Observar, reconocer y aceptar nos llevará a poder dar el siguiente paso:

la autogestión.

Por eso no hay que comenzar con el perdón. Porque mientras no nos permitamos ser, ¿cómo vamos a perdonar? ¿a quien? A los demás antes que, a nosotros mismos, ¿por que? ¿Para que?

Para perdonar de verdad,

hay que conocer el pecado

y legitimar las emociones que creó.©

Hoy os remito a los ojos; a despertar la visión; descubrir quiénes sois, sin analizar. Simplemente observar con curiosidad, desde la calma, con coraje con creatividad, ya que también puedes ser creativo a la hora de observarte creando tu propio sistema o estilo. Una vez que hemos descubierto ese “ego”que no hay que demonizar ni destruir, sino conocer, vamos a aprender a gestionarlo y a partir de ahí a transformarlo, a conectarnos con nuestra esencia, pero en ese orden. No hay otro. Sabiendo que en cualquier momento del camino voy a salirme de mi esencia, voy a enchufarme con el inconsciente colectivo y voy a volver a cometer los mismos errores. Y no pasa nada. Y esta bien. La única diferencia es que voy a estar menos tiempo ahí. Y, si estoy, también voy a saber por qué estoy. Y cómo salir. Y luego, lo demás ya será una elección mía: hacer o no hacer.

Hay muchas vías secundarias pero un solo camino principal:

la compasión.

La compasión es la observación amorosa de tu experiencia, lo que te lleva a la comprensión del por qué y el para qué hacemos las cosas. Es la única manera de conseguir que cambien. Y no sirve eso de decreta y se te dará. Lo que te puedes dar es una buena leche contra la pared.

Decreta… no, ¡vive!

Que “leñes” decreta. Hazte responsable de tus equivocaciones; hazte responsable de tu VIDA. Hacerte responsable es desarrollar la capacidad de dar respuestas diferentes a cada situación que vivas, diferentes a las que diste. Y, si te vuelves a equivocar, si en una situación determinada, vuelves a dar la misma respuesta que te prometiste jamás volver a dar, ser compasivo contigo mismo, que no condescendiente.

Condescendiente es el que justifica lo que hace,

compasivo es el que entiende lo que siente.

El que entiende por qué hace lo que hace, pero no lo justifica.©

Me siento tan afortunada por el privilegio que me concedéis diariamente, al permitirme acompañaros cuando duele la vida. Me conocéis. Caminamos en una conversación de tú a tú para crear un nosotros que nos sane.

Os deseo para este 2019 que, de verdad de la buena, dejéis de miraros para aprender a veros, empezando por el primer paso, convertiros en Sherlock Holmes y comenzar a observaros con los ojos bien abiertos y el corazón en la mano.