Mi admirado y querido amigo, Jesús Muñoz, hombre, marido, padre, compañero, luchador, generoso, incansable a la hora de dar y dar y seguir dando su tiempo, su vida, para ayudar a quienes lo necesiten, me hizo el gran regalo que hoy os comparto.

Una conversación entre amigos en la que pudimos tratar ciertos temas que se han convertido en políticamente incorrectos solo por los intereses de quienes quieren manejarnos como marionetas. Desde antes de la caída del muro de Berlín, se comenzó a tejer un conglomerado cuya única finalidad era conseguir enfrentarnos unos a otros, separarnos y hacernos dependientes de un estado, que, asumiendo el papel de un Dios, dictamina mediante decretos ley, lo que está bien y lo que está mal.

No es una entrevista política,

no es una entrada reivindicativa.

Es una necesaria llamada de atención porque la salud de nuestros pequeños y pequeñas, de nuestros hombres y mujeres (en todas sus versiones), de nuestros mayores, de la sociedad en su conjunto, se está viendo seriamente comprometida y ningún medio lo hace público. No interesa. Es parte del juego.

Una sociedad separada y enferma es más sencilla de manejar 

No soy ni machista, ni misógina, ni alienada por el «heteropatriarcado». Así como tampoco soy racista. Mi postura es bien clara. Mi respeto lo doy a aquellos que respeten a la mujer (dentro de todas sus variantes) y que no la vean como un sujeto ya no digo de segunda ni tercera, sino como un mero trozo de carne, hecha para servirles. Me da igual la religión, mormones, judíos, musulmanes, ortodoxos, católicos y cualesquiera que en la actualidad, continuasen o continúen, tapándonos con burkas literales o metafóricos. Muchos de ellos, promovidos e impuestos por mujeres de esas mismas religiones o culturas o por las mal llamadas «progresistas», a las que, las víctimas que huyen del yihad miran con estupor ante su ignorancia o peor, su oportunismo utilizando la liberación de la mujer, como herramienta política.

Tengo esperanza.

Por las mujeres de mi vida a las que amo: mi madre, mi hija, mis hermanas, mis amigas, mis maestras emocionales, mis compañeras de profesión, de trabajo (que no lucha) para vencer las injusticias. Aquellas que dieron y dan su vida día a día, DE VERDAD por hacer de éste, un mundo mejor.

Por los hombres de mi vida a las que amo: mi padre mi marido, mi hijastrito, mis amigos, mis maestros emocionales, mis compañeros de profesión, de trabajo (que no lucha) para vencer las injusticias. Aquellos que dieron y dan su vida día a día, DE VERDAD por hacer de éste, un mundo mejor.

 

La salud es una puerta que se abre desde dentro.

Qué mejor llave que el conocimiento, tanto de uno mismo como de todo aquello que nos influya, que nos aleje de la coherencia y nos lleve a la enfermedad. Ya lo dijeron hace tiempo: «¡La verdad, os hará libres!»

Aquí os dejo algunas dosis de verdad sobre la vida, sobre mis orígenes, sobre mi dolor, sobre por qué y por quienes me levanto y trabajo cada día.