Tus pies firmes

enraizados

haciéndote uno con la tierra

para poder alzar los brazos

y elevarte a donde quieras.

T. Evans

De un tiempo a esta parte, se han movido ciertas tendencias que, en mi opinión, han confundido a muchos. Se ha tratado de orientalizar occidente, con el consecuente choque. No se puede implantar una cultura milenaria en otra que también lo es. Como en psicología, aquí también se han de tener en cuenta las diferencias individuales. Por lo que siempre, se ha de adaptar cualquier sistema a la base de la persona.

Hay quienes han confundido las ideas y vienen, como diría… «fumadas». Hay quienes viene rígidos como piedras. Nos reímos cuando se lo digo. Y, es ahí dónde conversamos. Aprendemos que, para conseguir un estado de plenitud y bienestar, quienes están muy arriba, han de descender a tierra (al cuerpo) y quienes están mucho en la materia (el ruido) han de trabajar la introspección que les permita liberarse de las cadenas del pasado y elevarse.

El equivalente a estar muy “fumado” es afirmar que te has trabajado mucho; que ya nada te perturba; que vives en tu centro y, sin embargo, todo tu cuerpo está dolorido, no duermes, sigues apretando los dientes y continúas teniendo conflictos con tu entorno. Tu día a día se convierte en un territorio hostil. Por un lado, desde “ese estar arriba” son siempre los demás que “están muy mentales y poco trabajados”. Por otro, hay desconcierto y frustración porque se supone que todo eso “ya no tendría que afectar”.

Estar en tierra, no necesariamente significa que la persona sea consciente de su cuerpo, de lo que éste le cuenta. Más bien al contrario. Están híperconectados con el ruido externo, muchas veces, en consciente oposición al ruido interno. Se le pretende acallar, diciendo que todo va bien mientras el corazón se arruga al escuchar tal cosa; llenándose de actividades; corriendo de un lado a otro,

cuando es en la pausa donde se produce el acto sanador en sí mismo:

la contemplación.

Para ir avanzando en este camino de estar mejor con nosotros mismos y por ende, con el resto del mundo, hoy os comparto un ejercicio, tan bueno para unos como para otros, a través de un artículo donde se explica muy bien los beneficios de, literalmente, “poner los pies sobre la tierra”.  

Quienes tengan espacio en sus casas, podrán beneficiarse de este gesto desde ya. Para los demás, tomemos nota para, en cuanto podamos salir de casa, plantarnos en un trocito de tierra y dejar que nos limpie todo el miedo y la tristeza experimentados estos días. Mientras, podemos realizar visualizaciones que también tienen un efecto maravilloso sobre nuestro organismo.

En este enlace encontraréis el artículo

Los beneficios de poner los pies sobre la tierra.