En unos días llega septiembre, mes que para muchos de nosotros simboliza realmente el inicio del año, ya que en él, tras el descanso y la desconexión fruto del verano, nos fijamos nuevos objetivos personales y profesionales. Nuestros hijos retoman sus horarios y actividades y nosotros, también. Es un momento creo que perfecto, para hablar de dos conceptos conocido pero no por ello entendidos, aceptados o aplicados por la gran mayoría: LA CONCILIACIÓN Y LA CORRESPONSABILIDAD.

Y para ello, como ya sabéis que suelo hacer, os ruego me permitáis el tono de humor mientras pongo algunos ejemplos a través de situaciones vividas por vuestra amiga (la que suscribe) en una anterior relación de pareja. Porque SI, aunque parezca mentira a estas alturas, a las mujeres del siglo XXI, estas situaciones se nos siguen dando.

Todavía una gran mayoría de hombres, esperan que les demos una palmadita cuando nos llegan diciendo, «Mira cariño… he tendido la ropa y he hecho la cama» con carita de cordero degollado. Y como se te ocurra decir que bien, pero que no es para darle un azucarillo, ya la tienes montada. «Vaya, encima que te ayudo» “eres una gruñona”… Y tienes dos opciones: explicarle de muy buenas maneras que no tiene un mérito especial, el hecho de que haga algo que uno de los dos tiene que hacer, si queremos ir con la ropa limpia y no dormir en una cama revuelta o decirle sólo que muy bien… pero una no puede evitar pensar y expresar ¡¡¡¡que vaya añadiendo más cosas a la lista!!!! Después pasan semanas hasta que vuelve a hacer algo.

Y llegas a casa a las 10 de la noche, desde las 9 de la mañana que saliste, entras y antes de cerrar ya te están preguntando a los gritos, qué hay de cenar (desde el ordenador donde ha estado jugando a videojuegos toda la tarde). Te asomas  a la cocina y está todo revuelto (porque has ido dejando los platos a ver si sonaba la flauta). El salón igual, la ropa tres días en el tendedero, la habitación, el baño… todo patas arriba y te dicen que como no les molesta no lo ven. Te enfadas pero aun así, mediante ese interruptor que nos incrustan de niñas desde nuestra cultura, preparas la cena para los dos. Y terminas acostándote malhumorada, frustrada e incomprendida, sintiéndote cada vez más vieja (que no mayor) y cansada.

¿Esto es razonable? Con todo lo que se ha avanzado en la mayoría de los campos, ¿por qué seguimos perpetuando los roles que nos asigna desde niñas la sociedad.

 

En situaciones como la del ejemplo, está claro que por un lado, él necesita que le expliquemos bien lo que significa el concepto de corresponsabilidad y por otro, ella necesita recordarlo y poner límites para poder conciliar su vida personal y profesional sin dejarse la piel en ello. Somos nosotras con nuestros actos las primeras que hemos de ayudar a la integración de la conciliación en el día a día.

Seguro que a todas nos resulta muy familiar la frase «déjalo que ya lo hago yo». Creo que la mayoría la hemos dicho no una vez, sino demasiadas. Y eso es tirar piedras sobre nuestro tejado.

Aclarando la terminología:

«La CONCILIACIÓN es la necesidad de compaginar el trabajo remunerado con el trabajo doméstico, las responsabilidades familiares y el tiempo libre de cada persona. Por eso hablamos de conciliación de la vida personal, familiar y laboral.
Y la CORRESPONSABILIDAD es cuando nos referimos al necesario reparto de las tareas domésticas y responsabilidades familiares entre cada miembro del hogar: pareja, hijos, hijas u otros familiares…. Un aspecto fundamental que hay que tener en cuenta cuando hablamos de conciliación.»

Tengamos presente siempre la importancia de la educación, del modelado para nuestros hijos, ellos imitan todo lo que nos ven hacer desde que nacen. Por eso hablemos de COMPARTIR las tareas de la casa, el cuidado de nuestros hijos y el de nuestros mayores. Pero no sólo hablemos, obremos en consecuencia. A diferencia de las leyes y políticas que existen en esta línea, pasemos a la acción. Y cómo no, defendamos nuestro derecho a tiempo de ocio de calidad o simplemente, a poder estar toda la tarde haciendo lo que nos plazca para liberarnos del estrés, ¡sin sentirnos culpables por ello!

Desde este rinconcito abrazo a todos los hombres que podrían explicar este concepto mucho mejor que yo porque lo viven en el día a día desde hace mucho, mucho tiempo y a las mujeres que saben transmitir estos valores a sus hijas e hijos.

Porque  mujeres y hombres, somos maravillosa y afortunadamente DIFERENTES. Si, desde nuestro sexo (hablo de sexo y no género ya que es una construcción social y de eso hablaremos en otro post) hasta nuestro cerebro, pero IGUALES en cuanto a nuestras libertades y responsabilidades. La mayor de ellas, contribuir a hacer de este, un mundo más equilibrado y bello.

¡Vamos a por ello!